sábado, 1 de agosto de 2015

La maleta, un elemento clave en el viaje por Gabriela Aguilera Valdivia


Grupo Armonía y Liset Alvarado

(Santiago de Chile) Gabriela Aguilera Valdivia

La maleta es un adminículo para llevar lo que consideramos indispensable en un viaje. También es un elemento metafórico, (en terapia muchas veces se habla de "mochila"), en el que vamos metiendo lo que necesitamos para realizar nuestra travesía vital. Puede que empaquemos cosas que no sirven, que pesan y dificultan nuestro desplazamiento. La maleta es símbolo del movimiento: se sale del sitio en el que se está para ir a otro lugar. Es símbolo de la carga, buena o mala. Y es un objeto de presencia constante en la puesta en escena de la obra EL VIAJE, montada por el grupo Armonía.
Armonía es un grupo de teatro (taller, agrupación, grupo de mujeres, colectivo), que se constituyó en la comuna de San Joaquín en 2011 bajo la dirección de la actriz Lizet Alvarado. Lo que reúne a las mujeres que lo integran, además de la experiencia común, es la lucha por la consecución de un objetivo: visibilizar la violencia de género a partir de su trabajo artístico y provocar algún grado de compromiso con esta causa social.
Las ocho integrantes de Armonía fueron víctimas de violencia y estaban haciendo su proceso de recuperación apoyadas por la ONG CODEINFA (Corporación de Desarrollo Integral de la Familia). Allí, como parte del programa, se levantó este taller dirigido por Lizet Alvarado. La obra que montaron se llama El Viaje y está constituida sobre la base de textos breves, algunos extraídos de la antología BASTA! + DE 100 MUJERES CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO CHILE. Es una sucesión de cuadros, perfectamente hilados, que dan cuenta del proceso, la ruta, las distintas formas que toma la violencia de género en nuestro sistema sociocultural. Por eso, no falta el humor, la ironía y la parodia. Tampoco la alegría y el mensaje optimista.
Más allá de consideraciones estéticas puristas, veo esta obra en tres dimensiones importantísimas de destacar, a mi parecer.
La primera se relaciona con el proceso interno de estas mujeres actoras/actrices que han sido capaces de terminar con su silencio, buscar y recibir la ayuda necesaria para romper el círculo perverso de la violencia machista y, con valentía, enfrentar a su medio social con la verdad. Para las víctimas de violencia, el proceso de recuperación, (sanación/re-significación), siempre está activo. Muchas de las huellas de la violencia son invisibles y permanecen marcando las emociones, los recuerdos, la imagen y el quehacer de una persona. Ciertamente, ser un sobreviviente es muy distinto a ser víctima, aunque una categoría pueda devenir en la otra.
La segunda dimensión tiene que ver con lo literario propiamente tal. La obra se basa en textos breves e hiperbreves de distintos escritores, que fueron escogidos y trabajados para adaptarlos a otro soporte artístico. Los textos pertenecen a tiempos históricos diferentes, cuentan con variadas estructuras y fueron unidos con los hilos de la coherencia y la lógica. El lenguaje usado es directo y hay un mínimo apoyo de elementos concretos que configuran los cuadros en términos escenográficos. La maleta es clave. Cada integrante lleva una, (con rueditas), y de ella va sacando las cosas necesarias para dar contexto al texto. El texto breve e hiperbreve, (moderno, vertiginoso), es una herramienta de eficacia extrema en la trasmisión de mensajes. Ya lo saben con creces los autores de la generación NN que usaron esta forma de escritura en la realización de sus acciones culturales y políticas en los 80’ (1)
La tercera dimensión está referida al compromiso social de las integrantes con sus congéneres, su sociedad y su cultura. El Viaje es una obra con contenido social en el que subyace la idea política de trabajar un problema que nos afecta a todos transversalmente, y de devolver a la sociedad, su responsabilidad en tanto tal. Sabemos que no podemos esperar soluciones mágicas de parte de un Estado subsidiario, pauperizado, y que lleva consigo la impronta machista. El Estado no puede intervenir de buenas a primeras en los colegios para reeducar en esta área, no puede intervenir en los juicios y en los criterios de los jueces en la aplicación de las leyes tardías e insuficientes. No podemos esperar que nuestro Estado haga algo porque ya hace todo lo que puede, que es casi nada. Por un tecnicismo lingüístico, (que obviamente está relacionado con la política), en Chile el femicidio es un concepto que nos va quedando chico. Por eso, el SERNAM consigna 25 víctimas al día de hoy y las organizaciones civiles hablan de 34. No podemos esperar mucho del Estado y eso es, ciertamente, muy desalentador. Por otro lado, es una situación que nos lleva a ser creativos, nos lleva a tomar nosotros, como ciudadanos, la batuta de los cambios reales, no aquellos que se determinan por decreto o negociación en el parlamento. El Viaje es parte de este trabajo civil individual, a pulso, precario y sin embargo tan potente, tan efectivo y heroico. Y que, como todas las iniciativas de este tipo, finalmente deviene en resultados concretos que no serán consignados ni cualitativa ni cuantitativamente por ninguna organización ni informe estatal.
La mirada crítica del grupo Armonía va hacia una salida: terminar con el silencio cómplice para, a partir de la verdad expuesta, (que duele…sabemos), TODOS Y TODAS podamos revisarnos, limpiar heridas, buscar causas, atacarlas en su origen, realizar cambios culturales basados en el respeto a los derechos de las mujeres, para salvar vidas. Y esa propuesta está basada en los procesos personales de las mujeres que componen el grupo. Quién sabe mejor cómo es una realidad, que aquel que la vive o la ha vivido…. Por eso, las actoras/actrices de Armonía pueden llegar a ser de los más eficaces agentes activos de diagnóstico, de propuestas de cambio y de propuestas de trabajo en terreno.
Me parece que el valor de la obra EL VIAJE y del trabajo de las mujeres de Armonía, va más allá de lo que podamos imaginar y medir hoy. Vale la pena ver esta obra, participar en la conversación posterior, analizar y discutir, (no solo en grupos de mujeres), las posibilidades de salida en la ruta de la violencia. La cultura machista marca una forma de ser y hacer para las mujeres, y las cataloga como una clase de personas inferiores que pueden ser abusadas, degradadas, objetos de comercio sexual y trata, rebajadas psicológica y verbalmente, esclavizadas de por vida, golpeadas y muchas veces asesinadas. Es con esta lacra social con la que debemos terminar porque es perversa, injusta y cruel. Y los medios artísticos son una buena herramienta para iniciar ese proceso.

(1)Este grupo de escritores es el que ha sentado las bases de la práctica escritural del microrrelato en Chile y son los que hoy se levantan con la mayor y mejor "producción" de libros de micorrelatos, talleres y organización de eventos literarios para relevar el género.

(c) Gabriela Aguilera Valdivia

Santiago de Chile



Gabriela Aguilera Valdivia (Santiago de Chile) es una  escritora, narradora y antropóloga, formada en estudios mexicanos por la Universidad Nacional Autónoma de México.Profesora de los cursos de la escritora Pía Barros, miembro del comitê editorial da "Asterión Ediciones" y del Colectivo Ergo Sum. Tiene publicados: tres livros de contos, tres de microcuentos, textos que forman parte de las antologias de Ergo Sum e antologias en: Cuba, Argentina, Estados Unidos, Venezuela e España. Participa activamente del fomento del libro y la lectura, financiados por el Consejo del libro. Entre sus publicaciones más recientes; la novela "Saint Michel" y los microcuentos, "Astillas de Hueso". Tiene tres cuentos publicados em blog de narrativa de la revista Archivos del Sur (Argentina): Qué sabor tiene la carne, Ecuación lógica y Vine a cobrar lo que me debes.
"Derechos, literatura y violencia. Y otras colaboraciones.


 

 
 

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